martes, 22 de julio de 2008

Amanecio en la Habana

Un poco de café, quizá agua con leche en polvo, pasta perla, un gallo que canta a su hora, y otros a deshora también, en toda Cuba hay gallos que cantan y cantan cuando les viene el deseo. El calor eterno, los niños con barullo y pañoleta, radio reloj, los abuelos con sus ejercicios matutinos. Todo amaneció bien, nos dice la revista de la mañana, o Buenos Días, o como se llame en el momento que leas esto, el informativo televisivo de turno en la television nacional, estamos listos para la defensa, que si Raúl esto, que si el Moncada fue aquello, que somos martianos, la merienda escolar, la cultura y el equipo de béisbol consigue grandes triunfos.
Todos salen al trabajo, casi todos llegan tarde, casi ninguno produce, algunos si, los que llevan algo que vender, el termo con café, la ropa, los pastelitos, el pan con croqueta, el jugo. Esos si producen sus propios dividendos, y luego reinvierten en la bolsa negra o en la TRD de la esquina para mañana ir con mas. Y el director que se toma el café que le regala la que limpia, habla de acabar con las ilegalidades cuando hacen la reunión del partido, pero bien que cada mañana se toma su buchito de café y se ahorra el peso que todos pagan a la humilde viejita. Luego manda al subdirector, ese ser sombrío, sin carisma para ser director y sin preparación para ser empleado, a que le diga a la señora que no se puede vender, que si mañana continua tendrán que hecharla. Y la señora, que nada tiene que perder, que gana tres veces mas con el café que vende, que con su puesto de limpieza y su pensión juntos, sigue cada día vendiendo, pues sabe que con lo que pagan nadie vendrá a limpiar y que mientras regale a su jefe superior el café de cada mañana, cada día sera lo mismo y nada sucederá.

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